UN JASON BOURNE DE MARCA BLANCA
American Assassin es la adaptación de la novela del mismo título de Vince Flynn. Producida por Lorenzo DiBuenaventura (Transformers, G.I. Joe, RED) y dirigida por Michael Cuesta (Matar al mensajero) cuenta con Dylan O'Brien, Michael Keaton y Taylor Kitsch de protagonistas de este thriller de acción y espionaje.
La película nos presenta a Mitch Rapp, un joven que se convierte en un visto y no visto en un justiciero a lo Charles Bronson, todo muy autodidacta donde aprende defensa personal, idiomas y el manejo de armas, tras el asesinato de su prometida por unos terroristas. Justo cuando se va cobrar su propia venganza, aparece la C.I.A. para reclutarlo. Será entrenado por un espía veterano, Stan Hurley, un tipo duro pero más sensato de lo que podría aparecer. Tras un corto periodo de entrenamiento, les asignan atrapar a unos terroristas que podrían estar planear un atentado con una bomba nuclear.
Nuestro protagonista irá de un lugar a otro (Ibiza, Estambul, Roma entre otras) sin tiempo para detenerse, como si estuviéramos viendo un filme de Bond o más bien de Jason Bourne (con el que comparte algún que otro punto en común). El tono del filme aunque siempre va serio (dentro de todo lo verosímil que puede ser), tiene ciertas notas de humor e ironía por parte de los protagonistas (sobre todo en el personaje de Keaton). Habría que destacar su nivel de violencia (la escena de tortura, el atentado terrorista del comienzo) aunque la sangre digital que salpica a la pantalla le quite cierto realismo.
Sin duda la acción impera en las casi dos horas de duración de la cinta, que hay que decir que se pasan volando en un continuo no parar. Donde habría que destacar las dosis de acción y violencia en escenas como en su prólogo, la pelea del entrenamiento, la emboscada en el hotel o ese cara a cara que tiene el protagonista con el terrorista apodado el fantasma en un yate sin control.
La película, aunque no es nada original (aunque tiene alguna que otra sorpresa) y dista de ser perfecta, pero cumple de sobras como entretenimiento. A pesar de momentos poco creíbles, o incluso ridículos, como ese entrenamiento con gafas virtuales o en un falso Ikea o ese clímax repleto de efectos especiales que a pesar que cantan lo suyo mantiene cierta tensión.
Dylan O'Brien cumple justito con un personaje bastante poco creíble. Keaton presta su careto a su personaje, un tipo duro, terco e irónico que es sin duda el más carismático del reparto. El villano es Taylor Kitch, el protagonista de John Carter es como la versión malvada del propio protagonista. En roles secundarios tenemos a Sanaa Lathan (Rumbo a lo desconocido) y a Scott Adkins (Eliminators, Doctor Strange), este último saltándose sus roles de villano habituales en las grandes producciones, lo cual es de agradecer. No nos olvidamos de la aparición del veterano actor David Suchet (conocido Hercules Poirot de la serie televisiva), como uno de los altos cargos de la C.I.A.
La película nos presenta a Mitch Rapp, un joven que se convierte en un visto y no visto en un justiciero a lo Charles Bronson, todo muy autodidacta donde aprende defensa personal, idiomas y el manejo de armas, tras el asesinato de su prometida por unos terroristas. Justo cuando se va cobrar su propia venganza, aparece la C.I.A. para reclutarlo. Será entrenado por un espía veterano, Stan Hurley, un tipo duro pero más sensato de lo que podría aparecer. Tras un corto periodo de entrenamiento, les asignan atrapar a unos terroristas que podrían estar planear un atentado con una bomba nuclear.
Nuestro protagonista irá de un lugar a otro (Ibiza, Estambul, Roma entre otras) sin tiempo para detenerse, como si estuviéramos viendo un filme de Bond o más bien de Jason Bourne (con el que comparte algún que otro punto en común). El tono del filme aunque siempre va serio (dentro de todo lo verosímil que puede ser), tiene ciertas notas de humor e ironía por parte de los protagonistas (sobre todo en el personaje de Keaton). Habría que destacar su nivel de violencia (la escena de tortura, el atentado terrorista del comienzo) aunque la sangre digital que salpica a la pantalla le quite cierto realismo.
Sin duda la acción impera en las casi dos horas de duración de la cinta, que hay que decir que se pasan volando en un continuo no parar. Donde habría que destacar las dosis de acción y violencia en escenas como en su prólogo, la pelea del entrenamiento, la emboscada en el hotel o ese cara a cara que tiene el protagonista con el terrorista apodado el fantasma en un yate sin control.
La película, aunque no es nada original (aunque tiene alguna que otra sorpresa) y dista de ser perfecta, pero cumple de sobras como entretenimiento. A pesar de momentos poco creíbles, o incluso ridículos, como ese entrenamiento con gafas virtuales o en un falso Ikea o ese clímax repleto de efectos especiales que a pesar que cantan lo suyo mantiene cierta tensión.
Dylan O'Brien cumple justito con un personaje bastante poco creíble. Keaton presta su careto a su personaje, un tipo duro, terco e irónico que es sin duda el más carismático del reparto. El villano es Taylor Kitch, el protagonista de John Carter es como la versión malvada del propio protagonista. En roles secundarios tenemos a Sanaa Lathan (Rumbo a lo desconocido) y a Scott Adkins (Eliminators, Doctor Strange), este último saltándose sus roles de villano habituales en las grandes producciones, lo cual es de agradecer. No nos olvidamos de la aparición del veterano actor David Suchet (conocido Hercules Poirot de la serie televisiva), como uno de los altos cargos de la C.I.A.
American Assassin se queda en una serie B de acción y espías que podría haber dado más de sí aunque entretiene lo suyo.
Curiosidades
Vince Flynn, el escritor de la novela (además participar en la serie 24) en la que se basa el filme falleció en 2013, es el autor de la serie de novelas de Mitch Rapp. La cinta está dedicada a su memoria.
Chris Hemsworth rechazó protagonizar el filme. Antes que Michael Keaton, se pensó en Bruce Willis para su papel.
Edward Zwick (Jack Reacher: Nunca vuelvas atrás) iba a ser el director del filme, llegó a escribir el guión. Por problemas de agenda no pudo y fue sustituido por Michael Cuesta.
El filmé costó unos 33 millones de dólares, recaudando el doble en la taquilla mundial.
El filmé costó unos 33 millones de dólares, recaudando el doble en la taquilla mundial.
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